La maldición del revestimiento

 Las patologías asociadas a los morteros de revestimiento son -si no unas de las más comunes dentro de la construcción- sí unas de las más conocidas o “famosas” debido en gran parte al carácter decorativo y estético que en parte se les exige a estos morteros, ya que independientemente de dónde se encuentre el origen del problema sí que la consecuencia se suele manifestar en la superficie del mortero, que al fin y al cabo, es lo que se ve.

 

En este sentido, el mortero monocapa es y ha sido en esta última década uno de las grandes víctimas constructivas acaparando culpas propias y ajenas, ejerciendo de auténtica “esponja de defectos” y liberando así a los verdaderos culpables: ladrillos cargados de sales, morteros hechos en obra de cualquier manera, áridos con cargas arcillosas, aguas salobres, aplicadores no profesionales, arquitectos sin formación, defectos de proyecto, etc.


Un ejemplo esclarecedor de esto lo hemos visto esta semana pasada cuando el propietario de una vivienda en un pueblo de Jaén se puso en contacto con nosotros para comunicarnos que habían aparecido unas extrañas manchas en el mortero monocapa que le habían aplicado en la fachada de su vivienda. Una vez comprobado que la localidad no era Bélmez y que el producto era el nuestro, se montó la operativa para tener una reunión en obra en la que finalmente el propietario reunió a los que él creyó implicados en el asunto: la empresa fabricante del mortero de revestimiento y la empresa aplicadora del mortero de revestimiento obviando a sabiendas o sin saberlo que la patología que se manifiesta en el mortero de revestimiento no tiene por qué tener la causa en el mismo mortero de revestimiento y que se hace imprescindible tener en cuenta otros muchos factores implicados, entre ellos, por supuesto el soporte.

 

Así, se le hizo saber que a la reunión faltarían como mínimo la información y puntos de vista del fabricante del ladrillo utilizado en la fábrica así como del fabricante del mortero de albañilería. La clave del asunto fue que el mortero de albañilería era un mortero hecho en obra con árido de la zona, que no poseía control de calidad ninguno y mucho menos marcado CE. El marcado CE, de forma general, es una garantía de que un producto cumple con la normativa vigente en Europa. La Directiva 89/106/CEE sobre productos para la construcción establece que “no se podrán comercializar (ni comprar ni vender) productos de construcción que no posean el marcado CE” con lo que usar un mortero de albañilería sin marcado CE es, aparte de un riesgo “tonto” que se corre para la calidad de la edificación, ilegal y denunciable por parte de cualquiera de los agentes implicados en la obra. Una vez situados frente a la vivienda se pudo comprobar que el problema consistía en la aparición de coloraciones verdes en su mayoría y algunas ocres cuya localización en la vivienda se centraba en la fachada más expuesta desde el punto de vista climatológico y cuya localización en el paramento se manifestaba en la parte del revestimiento que cubría el tendel de mortero de albañilería de la fábrica, dibujándose –como se puede ver en la foto- numerosos círculos verdes alrededor del ladrillo, dibujándose un auténtico mapa de la fábrica de ladrillo.

 

 

Las manchas presentaban la misma textura que el mortero, sin levantamiento ni pérdida de prestaciones mecánicas haciéndose evidente que su aparición venía condicionada de alguna manera por el soporte ya que de otro modo todo el revestimiento de mortero presentaría la misma patología (lo veríamos todo verde) y no en cambio en partes tan delimitadas y concretas. En principio lo más lógico sería pensar que se podría achacar al mortero de albañilería ya que las manchas aparecían calcadas en la superficie del revestimiento pero tampoco se debería descartar que fueran sales contenidas en los ladrillos que por fenómenos humídicos migraran hacia los bordes del ladrillo depositándose en el mortero de la fábrica.

 

 

Para colmo de evidencias se pudo ver cómo la misma patología que presentaba esta vivienda se manifestaba también en la vivienda vecina cuya fachada estaba revocada con un mortero desconocido fabricado con árido de la zona. En este caso las manchas no eran calcos del mortero de fábrica sino que eran borrones o velos generalizados. Existen técnicas de laboratorio como la difracción de rayos X o la lámina delgada que ponen de manifiesto la presencia de compuestos extraños o perjudiciales para los materiales: arcillas, sales de Vanadio, cantidades elevadas de sulfatos, etc. por lo que se le recomienda a la propiedad que, si de verdad quiere encontrar la causa exacta de la patología, haga uso de ellas y analice tanto el ladrillo como el mortero de albañilería de la fábrica.

Lo que en ningún caso se puede pensar ni mucho menos concluir es que la causa del problema es el mortero de revestimiento, que parece estar “maldito” sólo por ser el último en llegar, el más expuesto, el que da la cara, ¿el más tonto?

 

Por Eugenio Navarro

Dtor Técnico 

Argos Derivados del Cemento

 

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